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Rosa Elvira no vayas, la culpa será tuya.

  • Kamo Mendivil
  • 17 may 2016
  • 4 Min. de lectura

Luego del escandaloso dictamen que la Oficina Jurídica de la Alcaldía Distrital de Bogotá dio a la familia de Rosa Elvira Cely, la mujer de 35 años violada y torturada por su compañero de estudios en 2012, la opinión pública ha puesto en el debate la tolerancia institucional que hay en Colombia frente a la violencia contra las mujeres.

Pobre Rosa Elvira, debí decirle que no fuera, que no aceptara la invitación, que era peligroso y que su vida correría peligro; pero no la conocía. Supe de ella por un titular en la prensa que relataba cómo había sido encontrada abandonada moribunda en el Parque Nacional en Bogotá. En sus momentos agónicos tal vez se lamentó de aceptar la invitación de su compañero a llevarla en moto hasta su casa, pero en vez de ello la torturó, la violó y empaló sus órganos genitales, dejándola abandonada a la intemperie en una noche fría en un lugar a 2.600 metros más cerca de las estrellas.

El feminicidio que estremeció a Colombia el 24 de mayo de 2012 y que dio lugar en 2015 para que se aprobara la ley “Rosa Elvira Cely” (Ley 1761 del 6 de julio de 2015) para reglamentar el Feminicidio como delito en el país, hoy vuelve a ser protagonista en los medios de comunicación, a partir de una publicación del diario El Espectador, en el que evidenció la posición jurídica del Distrito de Bogotá frente al caso Cely haciéndola responsable de su propia muerte.

Y tal vez ella, Rosa Elvira, se sentiría doblemente culpable por eso y por exponer a su familia a un proceso tan doloroso como lo ha sido defender su dignidad ante el agresor y ante el Estado que no tuvo garantías para auxiliarla ni socorrerla a tiempo.

Pero Rosa Elvira ya no está, nadie pudo avisarle que Colombia la culparía como ha culpabilizado a miles de mujeres víctima de violencia basada en género, es decir aquella que se comete contra ellas por el hecho de ser mujeres.

La abogada de la Alcaldía Distrital de Bogotá, queriendo defender a la institución para la que trabajaba, tal vez pensó que no sería grave decir lo que muchas personas en Colombia opinan sobre la violencia contra las mujeres: “ella se lo buscó”. Pero en sus propias palabras, Rosa Elvira tuvo que suponer que las apariencias de dos de sus compañeros eran suficiente advertencia para que ella tomara el camino que le llevaría a su muerte: "Todos sabían que tenían comportamientos raros y los tildaban de malosos" afirma el documento público. Si bien su agresor, Javier Velasco, ha sido condenado a 48 años de cárcel, Rosa Elvira sigue siendo responsable de su muerte, aún después de su muerte.

Pero según se dice, ella debió presentirlo. Así como debe presentirlo una mujer al usar un atuendo que encienda las incontenibles ganas de un desconocido para violarla, ese que específicamente a ese hombre le llamaba particularmente la atención; así todas las mujeres violentadas, todas las personas que han sufrido alguna agresión independientemente de su sexo, deberían saber lo que les pasaría. La gran noticia es que la humanidad tiene talentos limitados para predecir el futuro, y eso lo confirman las cientos de víctimas por muerte violenta. Pero Rosa Elvira ya no está, nadie pudo advertirle a tiempo. Como tampoco ella tuvo tiempo para asombrarse con lo que la gente pudo pensar: “quién sabe cómo iría vestida”, “quien la mandó a irse con unos hombres a tomar” dirían por ahí. Así como a miles de mujeres violentadas: “ella lo provocó”.

La polémica deberá entonces ir más allá de la sensación colectiva de la insensatez de un gobierno para atender un tema como estos, y lo que devela a mi juicio son los siguientes aspectos:

  1. La carencia en formación sobre enfoque de género de las y los funcionarios públicos. Incluyendo al Alcalde. Muy fácil despedir a la funcionaria que representaba su gobierno. ¿Qué lecciones sobre buen gobierno con enfoque de género le deja a este y todos los gobernantes?, ¿Qué acciones tomar entonces para la no repetición de estos errores en los gobiernos?

  2. El cuestionamiento sobre la transversalización del enfoque de género en los programas y políticas del gobierno. Este desafortunado suceso no es más que una pequeña porción de un gran problema de falta de inclusión de estrategias institucionales en los gobiernos locales para generar acciones afirmativas que promuevan la equidad entre los géneros.

  3. El logro de la implementación del Plan de Igualdad y de las acciones del mecanismo de género del gobierno capitalino, léase Secretaría de las Mujeres de Bogotá.

  4. La institucionalización del patriarcado en todas las esferas que justifican la violencia. En este caso no sólo bastaba con que fuera una mujer, era un ser humano a quien le arrebataron la vida de la forma más indigna que puede haber.

  5. Si en Bogotá, capital del país no existe un sistema de alertas tempranas para detectar e intervenir casos similares, no existen líneas de emergencia con localizador GPS/Satelital para ubicar a las víctimas que piden auxilio telefónico a corto tiempo, no hay sistemas tecnificados de rastreo ni en 2012 ni ahora, ¿qué se puede dejar para las demás capitales de departamento?. Si bien se han fortalecido las Casas de la Mujer, y se cuentan con hogares refugio en Bogotá, el asunto del tránsito seguro para las mujeres en los espacios públicos sigue siendo una asignatura pendiente.

  6. La tolerancia social e institucional que existe sobre la violencia de género, que se hizo evidente en el informe que arrojó cifras y datos preocupantes sobre el tema, realizado por el Fondo para el Logro de los ODM de la ONU y la Presidencia de la República (MDGF) en el 2010 Clik Aquí para descargar PDF

Y por último, el problema de fondo no es la abogada, ni el Alcalde, ni Velasco, ni por supuesto Rosa Elvira; el problema se encuentra enraizado en un sistema patriarcal institucionalizado en la cultura, divulgado por los medios de comunicación, socializado por la escuela, la iglesia, la familia y el Estado para mantener unos roles que afectan mayoritariamente a las mujeres de forma imperceptible en algunos casos pero evidenciado en otros que cobran sus vidas por el hecho de ser mujeres. Para comprenderlo mejor, recapitulemos esta historia: Rosa Elvira no vayas, la culpa será tuya.

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