Perdónanos Yuliana
- Kamo Mendivil
- 6 dic 2016
- 3 Min. de lectura

Autora: Nancy Noel, Pinturas Ángeles.
Hola Yuliana, si estás leyendo esta carta es porque algo extraordinario pasó con tu vida. Tal vez no lo recuerdes pero fue algo que ha hecho que hoy te conozcamos sin conocerte. Mi nombre es Kamo, vivo en Barranquilla y yo también tuve 7 años. No supimos cuál era la materia que más te gustaba en el colegio, cuál sería el juguete que más te gustaría recibir en esta navidad, cuál era tu comida favorita o la música que mejor bailabas. Te conocimos porque alguien de forma premeditada decidió por ti.
Hoy te escribo para decirte a nombre de todo el país que nos perdones por lo que te hicimos. Sí, hubo un hombre que te maltrató, pero quiero que sepas que muchas personas han hecho fuerza para defenderte, para conservar tu memoria. Pero ahora que ya todo ha pasado, necesito que comprendas cómo hemos provocado lo que te hicieron a ti y a muchas otras niñas y niños que han sufrido por causas similares.
Yuliana, cuando yo era niña, así como tú, veía cómo las mujeres desfilaban semidesnudas en la pantalla del televisor. De verlo con tanta frecuencia supuse que era normal. También en los afiches publicitarios eran las mujeres las que siempre aparecían para vender un producto, muchas de ellas también aparecían semidesnudas en periódicos importantes a página completa, resaltando el cuerpo y el erotismo como eso que nos hace ver más especiales, sino lo único, como mujeres. Las porristas de los equipo de fútbol ligeras de ropa que todo el mundo ovacionaba, las portadas de los cuadernos que le compran a los chicos para el colegio con la modelo sexy posando para aquel niño de 8 años. En ese momento no existía el reggetón pero sí muchas canciones populares hablaban de una forma sumisa de ser mujer, de cómo termina siendo sólo un cuerpo para el disfrute de otros. También nos enseñaban que tal vez nuestras opiniones de niñas no eran tan valiosas, y más bien debíamos prepararnos especialmente para ser madres y atender las cosas del hogar, eso lo enseñaban muy bien los juguetes exclusivos para niñas. O que debíamos tolerar algunas agresiones por ser mujer, a guardar silencio cuando nos toqueteaban y piropeaban en la calle, pero sobre todo, que siempre seríamos nosotras, las mujeres, las que provocaríamos a los violadores a que nos atacaran. También se ocultaban los abusos sexuales a niñas cuando pasaban dentro de la casa, y algunos terminaban en lo que llamamos embarazo forzoso, y era normal ver a pequeñas de 12 años volviéndose madres, porque seguramente ella se lo había buscado. Y también me sentí culpable en algunas oportunidades por ser niña, porque a veces parecía un insulto el hecho de serlo.
¿Qué habrías pensado tú Yuliana? ¿Cómo fue tu ser niña?. Hoy sigo viendo esos mismos discursos de mi infancia en la tuya. La verdad no ha cambiado casi nada, sólo tiene nuevos nombres, y se camufla cada vez más para que parezca que se ha avanzado mucho en la equidad entre los géneros y la eliminación de la violencia contra las mujeres.
Al hombre que te hizo daño parece que le encontraron algunas drogas, es posible que digan que fue por culpa de eso que te agredió, o que estaba loco. Pero también han dicho lo mismo con otros señores que han agredido a las mujeres cuando han estado borrachos. Pero Yuliana, ahora que estás en otra parte mejor que esta, deberás entender que siempre serán justificaciones para esquivar la responsabilidad que tenemos toda la sociedad, al promover una imagen de la mujer al que todos pueden tomar y acceder, convenciéndonos de que la culpa siempre será nuestra: por niñas, por adolescentes, por mujeres y por ancianas y eso siempre parecerá “lo normal”.
Yuliana, sumaremos fuerzas para seguir luchando por nuestros derechos, por ser mujeres con el derecho a vivir sin miedo, a decidir sobre nuestros cuerpos, a gozar nuestra vida sin violencia y a morir por causa natural.
Perdónanos Yuliana y descansa en paz.
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