Clausura
- Kamo Mendivil
- 28 dic 2016
- 3 Min. de lectura
En Diciembre vemos a niños y niñas en el espectáculo de cierre de año de sus colegios y jardines infantiles. Me invitaron por primera vez como espectadora en algunos, y tristemente me di cuenta que ahí también hace presencia la cultura machista frente a los ojos de todo el mundo, pero nadie se da cuenta.
Salen de forma apresurada niños y niñas tratando de recordar la coreografía que ensayaron durante dos meses atrás. Cargando su vestuario enternecedor, y en medio de luces y escenografía, suena la música que les hace mover los cuerpecitos. Un grupito de niñas de tres años, se contonea con el ritmo de “La Gasolina”, un sonado tema de hace varios diciembres atrás. Los padres agolpados viendo el espectáculo a través de sus cámaras de celular, simplemente cantan la canción mientras se preocupan por que quede grabada la imagen de sus pequeños en sus dispositivos electrónicos: “que se preparen q lo q viene es pa q le den, duro! A ella le gusta la gasolina, dale más gasolina…”.
En el popurrí de la mezcla sonora, le sigue otro tema aplaudido por sus propios padres y madres: “Mesa que mas aplauda le manda le manda le manda a la niña”.
Termina esa presentación, el público les aplaude, y luego entra otro grupo de la misma edad con temas como: “Un movimiento sensual (sensual) un movimiento muy sexy (sexy).. esto es una bomba, para bailar esto es una bomba” y otros más por el estilo como “la de la tanguita roja, la de la tanguita roja … esa tanga me pone hot, esa tanga me pone caliente.”
Yo veía a las niñas simular los movimientos sensuales que sugería las canciones, imaginaba a sus profesoras seleccionando la música que a ellas les gustaba para que le agradara igualmente a los padres y madres, y nadie se daba cuenta que desde pequeñas erotizan a las niñas con las canciones populares que las asimilan únicamente con sensualidad y disponibilidad para los hombres. En el reguero de temas que sonaron esa mañana, no faltó la perturbadora idea de que cuando no se mira la realidad desde el enfoque de género, canciones como “mesa que más aplauda” suena muy bien para bailar, pero no es otra cosa que el ofrecimiento de una mujer a un grupo de hombres sentados en la mesa de un bar, posiblemente un prostíbulo, como premio por sus aplausos; que la “gasolina” encierra un contexto sexual violento cuando menciona que “le den duro”; que una niña tenga que moverse de forma “sensual” para poder ser llamativa en la pista de baile e incluso condicionar la forma y el color de vestir, como la tanga, sólo para complacencia del grupo de hombres que miran a una chica.
Estas melodías hacen parte del cancionero rumbero de nuestra región caribe hace más de 15 años, y todavía circulan sin ningún reparo en las emisoras y listas de reproducción caseras, sin detenerse a pensar si quiera en el mensaje que envía para la construcción de la feminidad y una masculinidad para niños y niñas.
Recientemente se criticó el contenido de una canción de reggetón de un cantante colombiano. La letra tan explícita alertó a más de uno y los grupos feministas no se hicieron esperar en su cuestionamiento. El barullo fue apoyado por la mayoría de la sociedad. Pero desde cuándo se viene acolitando la idea de una mujer-objeto en las letras de la música popular! Las imágenes que se promueven en los videos también envían un mensaje muy directo: la mujer es el adorno perfecto para un hombre. Juzguen ustedes sólo con las que he compartido en esta entrada del blog.
En múltiples pasillos vallenatos no se escapa la expresión “ahora que eres mía” o “cuando te hice mujer”. De tanto escucharla seguramente nos acostumbramos a la idea de que la mujer es pertenencia-objeto, y que se revela en su condición femenina únicamente a causa de la afortunada elección de un hombre en su vida.
La música como construcción cultural es un reflejo de la sociedad, pero vale la pena cuestionar las formas en que se promueve. No sé ustedes pero cuando llegué a adulta no me ha gustado para nada la imagen de mujer que se construye en mi cultura, y creo válido que cuestionemos el contenido de las letras, si realmente creemos que debemos cambiar un poquito el futuro que les espera a las niñas y los niños de nuestro país.
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