Mamá, feliz día del padre
- Kamo Mendivil
- 19 jun 2016
- 3 Min. de lectura
En el avance de la paternidad cada vez más comprometida, se hace necesario recordar que las madres solteras establecen su estado civil a partir de un padre ausente, y que en una fecha como el día del padre tan promovida comercialmente, muchos niños y niñas con padres ausentes tal vez se harán más preguntas que certezas. El llamado es a redefinir la paternidad!

Autor: Frederick Morgan
Me es fácil relacionar la fecha de celebración del día de las madres con la celebración católica en honor a la virgen María. Pero me di a la tarea de indagar por qué la fecha del día del padre es en junio y con qué está asociada. Encontré dos hechos bastantes particulares para la selección de la fecha, ambas nacidas en Estados Unidos: una en 1908 una mujer resaltó la dedicación de su padre quien enviudó y quedó a cargo de ella y sus cinco hermanos, y la otra por el presidente Richard Nixon en 1972, para promover el homenaje a los hombres caídos en combate y reforzar los lazos afectivos luego de la guerra de Vietnam.
Si bien la promoción de las fechas en reconocimiento por la labor de cuidado de padres y madres es loable, lo cierto es que responde evidentemente a un interés comercial, pues este “título” es un compromiso que padres y madres establecemos con la vida de niños y niñas bajo nuestro cuidado, y no debe ser visto como un favor, es nuestro compromiso. Pero lo que más cuestiono sobre esta fecha, particularmente la del padre, es la doble moral de la sociedad, por lo menos la latinoamericana, en la que se avala la responsabilidad tanto como la irresponsabilidad paterna. Y pienso en las mujeres cercanas a mi entorno que han tenido valerse solas con sus hijos porque sus parejas consideraron que tras la separación con ellas, sus hijos no les necesitarían, esto es, en los casos , bastantes numerosos, del abandono principalmente afectivo, y en segunda instancia la de proporcionar los cuidados primarios de crianza incluyendo el económico. Si bien la ley ha intentado sancionar a favor de la “cuota de alimentación”, la ausencia afectiva sigue permaneciendo.
Esta reflexión entonces no la hago para reprochar a los padres, sino por el contrario que redefinamos la labor paterna. Y esta necesidad la he percibido en los talleres que he impartido sobre equidad entre los géneros a funcionarias y funcionarios públicos, docentes, periodistas y poblaciones de diversas características a quienes cuando les hago la pregunta sobre qué es lo mejor de ser mujeres y hombres tienen la respuesta prefabricada: las mujeres incorporan su irrefutable función reproductora concluyen que una de sus mejores ventajas es la de ser madres, sin embargo, los hombres asocian su masculinidad a la productividad y a las oportunidades, pero no se asocian con la paternidad, es un hecho aislado al que por lo general han llegado por “accidente”, porque no soñaron con eso en sus futuros cuando eran niños, a diferencia de las mujeres quienes les ha sido guiado desde su infancia.
En estas mismas tranquilidades que nos ofrece la transformación cultural, la paternidad ya ha dado sus avances en lo que se ha denominado como unas nuevas masculinidades, esto es, aquellos hombres que han cuestionado la tradicional forma de ejercer su masculinidad, dándose las licencias para reconocer su ser desde la humanidad y en la sensibilidad en su conexión con sus hijos e hijas, a ellos mis felicitaciones, a esos verdaderos padres que se permiten a sí mismos asumir su compromiso con su legado para la humanidad.
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