El uniforme y la "ideología de género"
- Kamo Mendivil
- 27 jul 2016
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La inclusión de los lineamientos del Ministerio de Educación sobre la exigencia a las instituciones educativas de volver su manual de convivencia incluyente para la diversidad sexual de sus estudiantes, ha desatado una polémica nacional sobre la aceptación de niños, niñas y jóvenes con sexualidad diversa en las instituciones educativas. Una de las discusiones es sobre el uso de los uniformes por jóvenes transgénero o intersexuales. Yo quiero hacer algunos comentarios sobre esta realidad que enfrenta el país, y que coincide con unas inquietudes que infortunadamente son anacrónicas porque no han perdido su vigencia en los 16 años del nuevo siglo.
Autor: Vik Muniz
Imagínate en un salón con 40 jovencitas adolescentes hablando, riendo, moviéndose de un lado para otro. El lugar tiene dos abanicos en el techo para tratar de calmar una temperatura ambiente de 37 grados a la sombra. Yo estaba en ese grupo, sentada en una silla de madera rígida, luchando con la falda del uniforme, y acomodándome al encajonamiento que validaba el uso del uniforme para señoritas en el manual de disciplina del colegio de monjas donde estudié. Así tuve que pasar 11 años de mi vida con el siguiente orden de vestuario: el brasier/corpiño, encima la camisa con manga hasta mitad de brazo, más arriba el “yomper”, el enterizo de tela gruesa que cubría pecho, espalda y piernas que terminaba, de la cintura para abajo, en una falda con pliegues anchos perfectamente doblados, con un largo de hasta cuatro dedos por debajo de la rodilla, sólo expuesta la canilla, hasta que aparecía la media blanca doblada cuatro centímetros por encima del tobillo, sin olvidar la licra de algodón que me ponía para evitar que cuando la brisa soplara fuerte, o yo rápidamente subiera las escaleras, corriera por los pasillos, me sentara o me levantara, se me viera el calzón. De niña incluso me hicieron llevar una “enagua o combinación” debajo de la falda y encima de la licra para evitar que la luminosidad del sol caribeño volviera transparente mi ropa interior y así mantuviera el pudor que toda niña debe guardar en su infancia.
En ese corsé del siglo XX que yo portaba como uniforme, veía con cierta envidia en los colegios masculinos la maravilla del descomplique del pantalón. Pero me volvía la pregunta cuando veía en los colegios mixtos que seguían diferenciando los uniformes por sexo. ¿Era acaso una tortura para las niñas?.
Hoy la discusión de diputadas, directivas de colegios y sociedad en general es si una niña transgénero puede usar el uniforme o entrar al baño del “sexo opuesto” por los lineamientos del Ministerio de Educación, que se han percibido como una “ideología del género” que pretende incitar a niños, niñas y jóvenes a ser homosexuales en concordancia con la orientación sexual de la Ministra quien confesó abiertamente ser Lesbiana.
El reduccionismo podía esperarse en una sociedad que le encanta dar opiniones sobre lo que no sabe, y le teme a lo que no conoce.
La necesidad de establecer por oposición a los sexos, demarcado en el rol que desempeña en la sociedad, ha ido abriendo cada vez más el abismo entre unos y otras. Si los uniformes fueran mixtos, si se entendiera la funcionalidad del uniforme para habitar de forma cómoda un espacio educativo, el tema no quedaría atascado en el vestuario, sino que trascendiera a otro asunto: qué tanto estamos dispuestos como sociedad a admitir que no tenemos que ser iguales y que la diversidad hace parte de nuestra humanidad!
La resistencia al cambio de muchas personas apegadas a lo que se siente conocedor debe admitir que no sabe nada sobre el enfoque de género. La equidad éntrelos sexos va más allá de ubicar a mujeres en cargos directivos o pagarles un salario justo, se trata de mover las propias estructuras del proyecto moderno, de cuestionar el hogar, la calle, la cama, lo público, el Estado, la política o la economía.
El escándalo es ¿porque se están dando clases de educación sexual en el colegio? ¿Se toca el tema con niños y niñas? ¿ que existe la identidad de género y que se escoge en la infancia? ¿ que la identidad de género no es lo mismo que la orientación sexual? Acéptenlo, no saben del tema. El uniforme femenino o masculino es un simple rótulo para condicionar comportamientos, la delicadeza de la mujer Vs la velocidad del hombre, la mujer recatada Vs el hombre desenfrenado. Es el mensaje que me envía el recuerdo de la regla del vestuario, de alguna manera buscando reglamentar también la autonomía de decidir sobre el cuerpo.
Pero la solución sabia de políticos conservadores, entiéndase aquellos y aquellas que le temen a que las cosas cambien, es crear establecimientos para, a mi entender, la reclusión de ese comportamiento que les parece errático, inmoral, para que el resto no se roce con ellos y ellas, para que los y las “normales” no se contagien, para que resuelvan sus desvíos en una condena casi al ostracismo.
Yo me escandalizo cuando veo cómo jóvenes son excluidos por sus decisiones sobre su sexualidad, porque sus familias les botan de la casa por la deshonra, cuando otros se suicidan porque nadie les entendió.
Por qué más bien no enseñamos a niños, niñas y jóvenes a que no cometan los reiterativos errores que ha cometido el mundo adulto, y es precisamente negar la existencia de la diferencia. Quién determina lo femenino o lo masculino? No me diga que un libro de más de 2 mil años. Yo prefiero a una infancia y una juventud que aprende a reconocer en quienes les rodea simplemente seres humanos, desprovistos de etiquetas, personas que enriquecen nuestra sociedad con sus diferencias. Encuentro este debate social pertinente hoy más que nunca, porque es el momento de pensarnos como sociedad universal, de hacernos las preguntas que están surgiendo, y de cómo el tema de género pasa más allá de la moda o de la coyuntura, y se convierte en un asunto que tenemos que estudiar y comprender. Tal vez ahí esté la clave del verdadero cambio social y la paz que tanto anhelamos.
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